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מארי

EVANGELIO APÓCRIFO

[...] a él, y la Concupiscencia dijo: "No te he visto bajar y ahora te veo subir. ¿Por qué mientes, si me perteneces?". El alma respondió diciendo:  "Yo te he visto, pero tú no me has visto ni me has reconocido.

Por la vestimenta, que era tuya, y no me reconociste". Una vez dicho esto, (el alma) se apartó con gran alegría y seguidamente cayó en manos de la tercera potestad, la llamada Ignorancia.

Esta interrogó al alma diciendo: "¿A dónde vas? En maldad estás atenazada; puesto que estás dominada, no
juzgues".


El alma dijo: "¿Por qué me juzgas tú a mí, si yo no te he juzgado? Yo he sido dominada, pero no he dominado. No he sido reconocida, pero he sabido que el universo está siendo disuelto, tanto en las cosas terrenales como en las cosas celestiales".

Una vez el alma hubo sobrepasado la tercera potestad, continuó ascendiendo y divisó la cuarta potestad, la de siete formas. La primera forma es la tiniebla; la segunda, la concupiscencia; la tercera, la ignorancia; la cuarta, la envidia de muerte; la quinta, el reino de la carne; la sexta, la loca inteligencia de la carne; la séptima, la sabiduría irascible.

Estas son las siete potestades de la ira, las cuales preguntan al alma: "¿De dónde vienes, homicida? ¿A dónde vas, dueña del espacio?".

El alma respondió diciendo: "Lo que me ata ha sido matado y lo que me atenaza ha sido aniquilado, y mi concupiscencia se ha disipado y mi ignorancia ha perecido". A un mundo he sido precipitada desde un mundo, y a una imagen desde una imagen celestial. La ligadura del olvido dura un instante. En adelante alcanzaré el reposo del tiempo (kairós), del tiempo (chrónos), (el reposo) de la eternidad, en silencio".

EVANGELIO APÓCRIFO

... lo restante del camino, de la medida justa, del tiempo, del siglo, descanso en silencio». Dicho que hubo esto, María calló, como si el Salvador le hubiera hablado (solamente) hasta aquí. Entonces dice Andrés: "Hermanos, qué os parece de lo dicho? Porque yo, de mi parte, no creo que haya hablado esto el Salvador, pues parecía no estar de acuerdo con su pensamiento".

Pedro dice: "¿Pero es que, preguntado el Señor por estas cuestiones, iba a hablar a una mujer ocultamente y en secreto para que todos (la) escucháramos? ¿Acaso iba a querer presentarla como más digna que nosotros?"

[Laguna]

...del Salvador?". Leví dice a Pedro: "Siempre tienes la cólera a tu lado, y ahora mismo discutes con la mujer enfrentándote con ella. Si el Salvador la ha juzgado digna, ¿quién eres tú para despreciarla? De todas maneras, Él, al verla, la ha amado sin duda.

Avergoncémonos más bien, y, revestidos del hombre perfecto, cumplamos aquello que nos fue mandado. Prediquemos el evangelio sin restringir ni legislar, (sino) como dijo el Salvador". Terminado que hubo Leví estas palabras, se marchó y se puso a predicar el evangelio según María. Fragmento griego Evangelio Apócrifo                                         

LA REVELACIÓN DE PABLO

En el camino. Y [se dirigió a él], diciendo: ¿Qué camino [tomaré] para subir a [Jerusalén]? El niño [contestó diciendo]: Di tu nombre, a fin de que te [muestre] el camino. Sabía [quién era Pablo]. Quiso mostrarse afable con él por medio de sus palabras a fin de hallar excusa para conversar con él.

El niño tomó la palabra y dijo: Sé quien eres, Pablo, que tú eres el que fue bendecido desde el vientre de su madre. Ahora bien, yo [he venido] a ti a fin de que [subas a Jerusalén] hacia tus colegas [apóstoles]. Por esto [has sido llamado]. Yo soy [el Espíritu que hace camino] contigo. 

[Alerta] tu mente, Pablo [...]Pues [...] todo que [...] en los principados y estas potestades y arcángeles y poderes y toda clase de demonios [...] aquél que pone al descubierto cuerpos para ser desparramados entre almas.

Una vez hubo terminado esta alocución siguió hablando y me dijo: Alerta tu mente, Pablo, y percátate de que la montaña sobre la que estás es la montaña de Jericó, a fin de que conozcas las cosas ocultas que yacen bajo las cosas manifiestas. Sí, irás a los doce apóstoles, pues son espíritus elegidos, y te recibirán con un saludo.

(Pablo) levantó la vista y vio cómo lo saludaban. Entonces, el [Espíritu] Santo, que conversaba con él, lo arrebató hacia lo alto, hasta el tercer cielo. Luego pasó hasta el cuarto [cielo]. El Espíritu [Santo] se dirigió a él diciendo: Mira y ve tu semejanza sobre la tierra.

Él [miró] hacia abajo y vio las cosas que estaban sobre la tierra. Observó [y vio] las cosas que estaban sobre [...] Fijó la mirada [hacia abajo] y vio a los doce apóstoles a su derecha y a su izquierda en la creación, y el Espíritu les precedía en el camino.

Visión de juicio de las almas

Ahora bien, en el cuarto cielo yo vi las cosas según sus clases. Vi, en efecto, a los ángeles que se asemejaban a dioses, a los ángeles que transfieren almas de la tierra de los muertos. La depositaron en la puerta del cuarto cielo, y los ángeles la azotaban. El alma levantó la voz diciendo: ¿Qué pecado he cometido en el mundo? El guardián que reside en el cuarto cielo le respondió diciendo: No era conveniente cometer todas aquellas transgresiones a la ley que se dan en el mundo de los muertos. El alma respondió diciendo: Aporta testigos y que [muestren] en qué cuerpo cometí transgresión. 

[¿Quieres] traer un libro [y leer en] él? Y acudieron tres testigos. El primero tomó la palabra y dijo: [¿Acaso] no estuve yo en el cuerpo en la segunda hora? [...] Me levanté contra ti hasta que [te sumiste] en ira, en enojo y en envidia. El segundo habló y dijo: ¿Acaso no estaba yo en el cosmos? Entré en la hora quinta y te vi y te deseé. Y he aquí que ahora te acuso de los crímenes que cometiste. El tercero habló diciendo: ¿Acaso no me llegué a ti en la hora duodécima del día a la puesta del sol? Te di tinieblas hasta que remataras tus pecados.

Cuando el alma oyó todo esto bajó los ojos con tristeza. Luego miró hacia arriba y se precipitó hacia abajo. El alma que fue precipitada hacia abajo [accedió] a un cuerpo que había sido preparado [para ella]. Y he aquí que se terminaron sus testigos.

Ascensión a través de los cielos

[Yo, entonces, miré] hacia arriba y vi al Espíritu que me decía: Pablo, ven, acércate a mí. Y cuando yo [avanzaba], se abrió la puerta y entré en el quinto [cielo]. Y vi a mis colegas apóstoles [que me acompañaban] mientras el Espíritu venía con nosotros. Y en el quinto cielo vi un gran ángel que enarbolaba en su mano una vara de hierro. Con él estaban otros tres ángeles y yo levanté la vista hacia ellos.

Pero peleaban entre ellos enarbolando látigos, empujando a las almas hacia el juicio. Yo, por mi parte, avanzaba con el Espíritu y la puerta se me abrió. Entonces ascendimos al sexto cielo y vi a mis colegas apóstoles que me acompañaban, y el Espíritu Santo me conducía ante ellos. Levanté la mirada y vi una gran luz que resplandecía sobre el sexto cielo.

Hablé y dije al guardián que estaba en el sexto cielo: [Abre] para mí y para el Espíritu [Santo] que me precede. Entonces me abrió y [ascendimos] al séptimo [cielo. Vi] un anciano [...] de luz cuya vestidura era blanca. [Su trono], que se halla en el séptimo cielo, resplandecía más que el sol, [siete] veces más

El anciano tomó la palabra y me dijo: ¿A dónde vas, Pablo, el bendecido, el que fue separado desde el vientre de su madre?

Ahora bien, yo miraba al Espíritu, y él movía la cabeza diciéndome: Habla con él. Yo hablé y dije al anciano: Regreso al lugar del cual procedí. El anciano me contestó: ¿De dónde procedes? Yo le respondí diciendo: Desciendo al mundo de los muertos para llevar cautiva a la cautividad que fue cautivada en la cautividad de Babilonia. 

El anciano me contestó diciendo: ¿De qué manera podrás apartarte de mí? Mira y ve a los principados y a las potestades. El Espíritu intervino diciendo: Entrégale la señal que está en tu mano, y te abrirá. Entonces yo le di la señal. Él volvió el rostro hacia abajo, hacia su creación y los que son sus potestades.

Entonces se abrió [el séptimo] cielo y ascendimos a la 24 Ogdóadas. Y vi a los doce apóstoles. Me saludaron y ascendimos al noveno cielo. Yo saludé a todos los que se hallaban en el noveno cielo, y ascendimos al décimo cielo. Y yo saludé a mis espíritus compañeros.

                                Fragmento de La revelación de Pablo

JESÚS Y LOS ESENIOS ( 3 )

La Tentación de Cristo…  Aunque era Dios por esencia, debía Cristo atravesar por sí mismo la primera etapa de la evolución antes de comenzar su ministerio.

No le es posible al hombre ordinario adquirir la visión del mundo astral más que preparando su doble inferior que la oculta a su percepción. La tradición oculta lo llama Guardián del Umbral y lo simboliza la leyenda bajo la forma del Dragón. Es una astral condensación de todas las precedentes encarnaciones bajo un aspecto impresionante y terrorífico. No se puede disipar este fantasma que obstaculiza el paso al mundo espiritual más que extirpando del alma los últimos vestigios de las bajas pasiones.

Cristo, el puro Genio solar, no poseía doble inferior ni se hallaba sujeto al Karma. Limpio de toda mancha, no se había jamás separado de Dios.

Pero la humanidad en medio dé la que penetrara Cristo, poseía su Guardián del Umbral, es decir, la potestad cósmica que había impulsado su evolución precedente precipitándola en el cerco de la materia y merced a la cual había conquistado la conciencia individual.

Es la potestad que al presente oculta a la mayoría de los hombres el mundo del Espíritu. La Biblia lo llama Satán, que corresponde al Arimán persa. Arimán es la sombra de Lucifer, su proyección y su contraparte inferior en los bajos mundos, el Daimón, que ha perdido su divina conciencia, convertido en genio de las tinieblas, mientras Lucifer, a pesar de su caída, sigue siendo potencialmente el portaluz, actualizándose algún día.

He aquí por qué debía Cristo vencer a Arimán en el aura magnética de la tierra antes de dar principio a su misión. Ello justifica su ayuno de cuarenta días y las tres pruebas compiladas en tres imágenes en el Evangelio según Mateo.

El príncipe de este mundo somete sucesivamente a Cristo a la tentación de los sentidos (por medio del hambre), a la del temor (mostrándole el abismo en que intenta precipitarle), a la del poder absoluto (ofreciéndole todos los reinos de la tierra). Y por tres veces, reacciona Cristo en nombre de la palabra de Verdad que le habla y resuena en su interior como la armonía de las esferas.

Mediante esta invencible resistencia, vence a Arimán, que retrocede con sus innúmeras legiones ante el Genio Solar. Una brecha se ha abierto en la tenebrosa envoltura que recubre la tierra. Se ha abierto de nuevo el portal del alma humana. Cristo ya puede entrar.

En la educación que da Cristo a su comunidad, encontramos otra vez las cuatro etapas de la antigua Iniciación, formuladas por Pitágoras en la siguiente forma: 1a. Preparación o instrucción irapaaxeir¡; 2a. Purificación xawpaif; 3a. Epifanía o iluminación reXettoTíjf; 4a. Suprema Visión o síntesis e-nupotvía..1

Los dos primeros grados de esta Iniciación se destinaban al pueblo, es decir, a la totalidad, y se administraban juntas y simultáneamente. Los dos últimos se reservaban a los apóstoles y particularmente a tres de ellos, administrándoselos gradualmente, hasta el fin de su vida.

Esta renovación de los antiguos Misterios representa, en un aspecto, una vulgarización y una continuación y por otra parte predisponían y capacitaban para la videncia sintética por medio de una más elevada espiritualidad.

JESÚS Y LOS ESENIOS ( 2 )

Renovación de los Misterios Antiguos por la venida de CRISTO. Tratemos de definir la constitución del ser sublime, de naturaleza única, salido de! bautismo del Jordán. El hijo de María, el Maestro Jesús, el Iniciado Esenio que cedió al Cristo su cuerpo físico, ofrecióle al propio tiempo sus cuerpos etéreo y astral.


Triple envoltura admirablemente armonizada y evolucionada. A través de ella, el Verbo Solar que habló astralmente a Zoroastro y en cuerpo etéreo a Moisés bajo la forma de Elohim, hablará a los hombres al través de un hombre de carne y hueso.

Faltaba eso para animarlos y convencerlos. ¡Tal opacidad oponían a la luz del alma y tal sordera a la palabra del Espíritu! Muchas veces, bajo diversas formas, se manifestaron los Dioses a los hombres desde el período atlante hasta los tiempos heroicos de Judea y de Grecia.

Inspiraron a los rishis, iluminaron a los profetas, protegieron a los héroes. Con el Cristo apareció por vez primera un Dios por completo encarnado en cuerpo de hombre.

 Y este fenómeno sin par en la Historia, se produjo en el céntrico instante de la evolución humana, es decir, en el punto inferior de su descenso en la materia.

¿Cómo remontará desde el oscuro abismo a las claras cumbres del Espíritu? Precisa para ello el formidable impulso de un Dios hecho hombre. Realizado el impulso, continuará la acción del Verbo sobre la humanidad por medio de su efluvio. Pero no será ya necesaria su encarnación.

De ahí el maravilloso organismo del ser que hubo por nombre Jesús- Cristo. Por sus sensaciones, se sumerge en la carne; por sus pensamientos se remonta a los Arquetipos. En cada soplo suyo respira la Divinidad. La totalidad de su conciencia es continua en esta palabra que tan a menudo acude a sus labios: "Mi padre y yo somos uno".

Pero al mismo tiempo se halla unido a los sufrimientos de la humanidad con invencible ternura, por el inmenso amor que le hizo aceptar libremente su misión. Su alma es una llama viva que emana de la perpetua combustión de lo humano por lo divino.

Con esto puede uno capacitarse del poderío irradiador de semejante ser.

Envolvía su aura humana una vasta aureola celeste que le permitía comunicar con todas las potestades espirituales. Su pensamiento no tropieza jamás en las escabrosas sendas del razonamiento, sino que brota con el fulgor del rayo de esta céntrica Verdad que lo abarca todo. Atraídas por esta fuerza primordial, precipítanse las almas hacia El y vibran y renacen bajo sus rayos.

El objeto de su misión consiste en espiritualizar la tierra y el hombre, elevándolos a un estadio superior de evolución. El medio será a la vez moral e intelectual. Moral, por la expansión amorosa de este sentimiento de universal fraternidad que de El emana como de un manantial inagotable. Intelectual y espiritual por la puerta que conduce a todas las almas anhelosas de Verdad hacia los Misterios.

Así, en el transcurso de los tres años que duró su obra, inicia Cristo simultáneamente a su comunidad en la doctrina moral y a los apóstoles en los antiguos Misterios que El rejuvenece y renueva, perdurándolos.

Pero al contrario de lo que acaeciera en Persia, en Egipto, Judea y Grecia, esta Iniciación, reservada antaño a unos cuantos elegidos, se propaga a la luz del día mediante reuniones públicas, para que la humanidad entera participe de ella.

JESÚS Y LOS ESENIOS ( 1 )

¿Qué hizo Jesús de los trece a los treinta años? Los Evangelios no dicen de ello una sola palabra. Existe ahí una intencionada laguna y un profundo misterio. Porque todo profeta, por grande que sea, necesita pasar por la Iniciación. Precisa desvelar su prístina alma para que se capacite de sus fuerzas y cumpla su nueva misión.

La esotérica tradición de los teósofos de la antigüedad y de nuestros tiempos están contestes al afirmar que sólo los esenios podían iniciar al Maestro Jesús, postrera cofradía en la que todavía subsistían las tradiciones del profetismo y que habitaba en aquel entonces las brillas del Mar Muerto.

Los esenios, de los que Filón de Alejandría ha revelado las costumbres y la doctrina secreta, eran sobre todo conocidos como terapeutas o sanadores mediante los poderes del Espíritu. Asaya quiere decir médico. Los esenios eran médicos del alma.

Los evangelistas guardaron absoluto silencio, tan profundo como el callado Mar Muerto, sobre la Iniciación del Maestro Jesús, porque así convenía a la humanidad profana. Sólo nos han revelado su último término en el Bautismo del Jordán.

Pero reconocida, por una parte, la individualidad trascendente del Maestro Jesús, idéntica a la del profeta del Ahura-Mazda, y por otra, que el Bautismo del Jordán oculta el formidable Misterio de la encarnación de Cristo, según manifiestan, por medio de interpretables símbolos, que planean sobre el relato evangélico, la ocultas Escrituras, podemos revivir, en sus fases esenciales, esta preparación al más extraordinario acontecimiento de la historia, de modalidad única.

Allí fue iniciado Jesús en la tradición profética de Israel y en las concordantes de los magos de Babilonia y de Mermes sobre el Verbo Solar, Día y noche, el predestinado Esenio leía la historia de Moisés y los profetas, pero sólo por medio de la meditación y de la iluminación interior acrecentadas en él, obtuvo conciencia de su misión.

Cuando leía las palabras del Génesis, resonaban en él como el armonioso tronar de los astros rodando en sus esferas. Y esta palabra creó las cosas, en cuadros inmensos: "Elohim dice: ¡Hágase la Luz!" Y la luz se hizo. "Elohim separa la Luz de las Tinieblas". Y veía Jesús nacer los mundos, el sol y los planetas.

LA LUZ ETERNA ES INVISIBLE A LOS OJOS MORTALES Y LLENA DE INMENSIDAD

El movimiento perpetuo es la ley eterna de la vida. En todas partes se manifiesta, como la respiración en el hombre, por acción y repulsión. Toda acción provoca una reacción, toda reacción es proporcional a la acción. Una acción armoniosa produce su correspondiente en armonía.

Una acción discordante necesita de una reacción en apariencia disconforme, pero en la realidad equilibrante. Si oponéis la violencia a la violencia, perpetuáis la violencia, pero si opusieras a la violencia la fuerza de la dulzura, haréis triunfar la dulzura destruyendo la violencia.

Hay series de verdades que parecen mutuamente opuestas porque el movimiento perpetuo las hace triunfar una por vez. El día existe y la noche también existe, y ambos existen simultáneamente, pero no en el mismo hemisferio.

Hay sombra en el día, hay claridades en la noche, y la sombra en el día lo torna más potente, como la claridad en la noche hace aparecer a la noche más oscura. El día visible y la noche visible sólo existen así para los ojos. La luz eterna es invisible a los ojos mortales y llena de inmensidad. El día en las almas es la verdad, la noche es para ellas la mentira.

Toda verdad supone y necesita una mentira, a causa del límite de las formas, y toda mentira supone y necesita una verdad en las rectificaciones de lo finito por lo infinito. Toda mentira contiene cierta verdad, que es la precisión de la forma, y toda verdad está, para nosotros, envuelta en una cierta mentira, que es lo finito de su apariencia.

Así también será verdad, o solamente probable, que exista un inmenso individuo (o tres que hacen uno), invisible y que recompensa a los que le sirven dejándose ver; que está presente en todas partes, incluso en el infierno, donde tortura a los condenados privándolos de su presencia; que quiere la salvación de todos, pero dispensa su gracia a un pequeñísimo número; impone la ley del terror y consiente en todo lo que la haga dudosa.

¿Puede existir semejante Dios? No, no; y ciertamente que no. La existencia de Dios presentada y afirmada en esta forma es una verdad disfrazada, envuelta totalmente en mentiras.

Debemos reconocer que todo existió y existirá, que la sustancia eterna se basta a sí misma y que la forma está determinada por el movimiento perpetuo; que de otro modo todo sería fuerza y materia y no existiría el alma, siendo el pensamiento apenas un producto del cerebro, y Dios, nada más que la fatalidad del ser. Rotundamente no; porque esta negación absoluta de la inteligencia repugnaría aun a los instintos de los animales.

Es evidente que la afirmación contraria necesita la creencia de Dios. ¿Este Dios se manifestó fuera de la naturaleza, personalmente a los hombres, y les impuso ideas contrarias a la naturaleza y la razón?

Ciertamente no, porque el hecho de tal revelación, si existiese, sería manifiesta para todos; y, además, aunque el hecho de una manifestación exterior proveniente de un desconocido fuese de una realidad incuestionable, si tal ente aparece en contradicción con la razón y la naturaleza, no puede ser Dios. Moisés, Mahoma, el papa y el gran Lama dicen, que Dios les habló a cada uno de ellos con exclusión de los otros, y aseguran, a cada cual, que otros son farsantes.

Y entonces, ¿Son todos mentirosos? No, se engañan cuando se dividen y dicen la verdad cuando concuerdan. Más, ¿Les habló Dios o no? Dios carece de boca y de lengua para hablar a la manera de los hombres. Si habla, es en las conciencias, y todos nosotros podemos oírlo.

Es El quien aprueba en nuestros corazones la palabra de Jesús, la de Moisés cuando es sabia, y la de Mahoma cuando es bella. Dios no está lejos de cada uno de nosotros, dice San Pablo, pues es en El que vivimos, nos movemos y estamos.

                                                                   EL GRAN ARCANO

                                                                Eliphas Levi                                                 

LOS ARCANOS DEL ANILLO DE SALOMON

Buscad en el sepulcro de Salomón, o mejor dicho, en la cripta de la filosofía hermética, no su anillo sino su ciencia. Con el auxilio de la ciencia y de una voluntad perseverante, llegaréis a poseer el supremo arcano de la sabiduría, que es la dominación libre sobre el momento equilibrado.

 Podréis entonces obtener el anillo, haciéndolo fabricar por un orfebre, al que no necesitaréis recomendarle secreto, porque no sabiendo lo que hace no podrá revelarlo a otros.

He aquí la receta del anillo: Tomad e incorporad conjuntamente una pequeña cantidad de oro y el doble de plata, en las horas del sol y de la luna, adjuntándole tres partes, semejantes a las primeras, cinco de hierro, seis de mercurio y siete de plomo.

 Amalgamadlo en las horas correspondientes a los planetas que rigen los metales, y haced con ello un anillo, cuya parte circular sea algo alargada y achatada, para grabar en ella los caracteres.

Poned a este anillo un engaste de forma cuadrada conteniendo una piedra de imán roja, engastada también en un doble cerco de oro. Grabad en la piedra, arriba y abajo, el doble sello de Salomón. Igualmente, grabad en el anillo los signos ocultos de los siete planetas, tal como se ilustran en los dibujos mágicos de Paracelso o en la Filosofía Oculta de Agrippa; magnetizad fuertemente el anillo, consagrándolo todos los días, durante una semana, mediante las ceremonias prescritas en nuestro Ritual, sin descuidar el color del vestido, los perfumes especiales, la presencia de los animales simpáticos, las conjuraciones de rigor que deben ser precedidas en cada ocasión por la Conjuración de los Cuatro.

Luego envolveréis el anillo en un paño de seda, y una vez perfumado lo llevaréis con vosotros. Una redondela de metal o un talismán preparado de igual modo tendrá tanta virtud como el anillo. Una cosa así hecha es como un acumulador de la voluntad. Un reflector magnético que puede ser muy útil, pero nunca de necesidad. Ya está dicho, que los antiguos ritos perdieron su eficacia desde que el cristianismo apareció en el mundo.

La religión cristiana es, de hecho, la hija legítima de Jesús, rey de los magos. Su culto no es otra cosa que la Alta Magia sometida a las leyes de la jerarquía, indispensables para que sea razonable y eficaz.

Un simple escapulario, llevado por un verdadero cristiano, es un talismán más invencible que el anillo y el pentáculo de Salomón. Jesucristo, el hombre-Dios tan humilde, decía al hablar de sí mismo: “La reina de Sabá vino de Oriente para ver y oír a Salomón, y he aquí más que Salomón.” La misa es la más prodigiosa de las evocaciones.

Los nigromantes evocan los muertos, el hechicero al diablo, y se estremecen, ¡mas el sacerdote católico no teme al evocar a Dios vivo!.

¿Qué son todos los talismanes de la ciencia antigua comparados con la hostia consagrada?. Dejad dormir en su túmulo de piedra la osamenta de Salomón y el anillo que pudiera llevar su dedo descarnado.

¡Jesucristo resucitó, está vivo!.

Tomad uno de esos anillos de plata que venden en las puertas de las iglesias y que traen la imagen del crucificado con las diez cuentas del rosario. Si fuereis dignos de llevarlo, será más eficaz en vuestra mano que el anillo genuino de Salomón.

Los ritos mágicos y las prácticas minuciosas del culto son para los ignaros y los supersticiosos, y nos recuerdan una historia muy conocida, que vamos a recordar en pocas palabras.

Dos monjes llegan a una cabaña que había quedado al cuidado de dos niños. Solicitan se les permita descansar y comer, si fuese posible. Las criaturas responden que como nada tienen nada pueden dar. Pues bien, tenemos fuego, dice uno de los monjes; facilitadnos solamente una olla y un poco de agua, que nosotros haremos nuestra sopa.

¿Con qué?. Con este guijarro, dice el experto religioso tomando una pequeña piedra. ¿Entonces ignoráis, hijos míos, que los discípulos de San Francisco tienen el secreto de la sopa de guijarros?. ¿La sopa de guijarros?. ¡Qué maravilla para las criaturas!. Les prometen darles a probar y que la hallarán excelente.

Apresurados preparan la olla, le echan agua, encienden más fuego y la piedra va al agua con toda precaución. Muy bien, repiten los monjes. Ahora un poco de sal y unas cuantas legumbres; buscad, hay tantas en vuestro jardín. ¿No podríamos añadirle un poco de tocino salado? Sólo con eso quedará bien la sopa. Los niños,
acurrucados ante el fuego, miraban con sorpresa.

El agua hierve. Vamos, cortad el pan y traed aquella vasija. ¡Qué olor!. Tapadlo y dejadlo mojar. En cuando al guijarro, envolvedlo cuidadosamente, os lo vamos a dejar por vuestro trabajo, nunca se gasta y siempre sirve. ¡Ahora, probad la sopa!. ¿Qué decís?. ¡Oh, es magnífica!, contestan los pequeños campesinos golpeando las manos. En efecto, era una buena sopa de coles y tocino que las criaturas nunca habrían ofrecido a sus huéspedes sin la maravilla del guijarro.

Las prácticas religiosas y los ritos mágicos son, en parte, el guijarro de los monjes. Sirven de pretexto y oportunidad para la práctica de las virtudes, únicas indispensables de la vida moral del hombre. Sin el guijarro los buenos monjes no se habrían alimentado; pero ¿Tenía por eso realmente un poder?. Sí, en la imaginación de las criaturas, puesta en juego por la habilidad de los monjes.

Sea esto dicho sin criticar ni ofender a nadie. El espíritu de los monjes fue bueno, no mintieron. Ayudaron a las criaturas a realizar una buena acción y los maravillaron, haciéndolos participar de una apetitosa sopa.

Que se nos comprenda bien. No queremos decir que sean una gran mistificación los signos y los ritos. Lo serían, si los hombres no los necesitasen. Pero hay que tomar en cuenta el hecho incuestionable de que todas las inteligencias no son iguales. Siempre se contarán fábulas a los niños, y esto se hará mientras haya amas y madres.

Los niños tienen fe, y eso es lo que los salva. Imaginad un rapaz de siete años, que dijese: nada quiero admitir que no comprenda. ¿Qué se podría enseñar a este pequeño prodigio?. Hombrecillo,admite primero la cosa por las palabras de tus maestros, después estudia, y si no eres idiota, comprenderás.

Las fábulas son necesarias a los niños; son indispensables al pueblo, mitos y ceremonias; la flaqueza del hombre requiere auxiliares.

¡Feliz del que llegase a poseer el anillo de Salomón, pero más feliz aun de aquél que igualase o superase a Salomón en ciencia y sabiduría sin precisar de su anillo!.

                                                     EL GRAN ARCANO

                                                              Eliphas Levi