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מארי

LAS PALABRAS DE VIDA

Jesús viene de Galilea, y Juan le bautiza. La Santa Respiración testifica su misión mesiánica. La noticia llegó a Galilea, y Jesús con la multitud descendió al vado donde el precursor estaba predicando.

Cuando Jesús vio al precursor dijo: ¡Mirad al hombre de Dios! ¡Mirad al más grande de los videntes! Mirad que Elías ha regresado!

¡Mirad al mensajero que Dios ha enviado a abrir la vía! El reino esta a la mano. Cuando Juan vio a Jesús de pie entre la multitud dijo: ¡Mirad al rey que viene en el nombre de Dios!

Y Jesús dijo a Juan: quiero ser lavado con agua, como símbolo de la limpieza del alma.

Y Juan contestó: Tú no necesitas ser lavado, porque eres puro en pensamiento, palabra y acciones. Y si necesitas ser lavado, yo no soy digno de celebrar el rito.

Y Jesús dijo: vengo para ser un prototipo para los hijos de los hombres; y lo que yo les indique que hagan, eso debo hacerlo yo; todos los hombres tienen que lavarse, símbolo de la limpieza del alma.

Este lavado nosotros lo establecemos como rito; lo llamamos ahora el rito del bautismo, y así será llamado.

Tu trabajo, precursor profético, es el de preparar la vía y revelar las cosas ocultas. Las multitudes están listas para las palabras de vida, y yo he venido para que tú me hagas conocer de todo el mundo, como el profeta del Dios Trino y Uno, y como el elegido para manifestar el Cristo a los hombres.

Entonces Juan condujo a Jesús abajo, en el río, en el vado, y le bautizó en el nombre sagrado de aquel que le había enviado a manifestar el Cristo a los hombres.

Y cuando salían del arroyo, la Santa Respiración, en forma de paloma, descendió y se posó en la cabeza de Jesús.

Una voz del cielo dijo: Este es el hijo bien amado de Dios, el Cristo, el amor de Dios manifestado. Juan oyó la voz, y comprendió el mensaje de la voz.

Y Jesús se fue, y Juan predicó a la multitud.

Y tantos como confesaban sus pecados y abandonaban los caminos del mal por los caminos de la corrección, fueron bautizados por el precursor, símbolo de la borradura de los pecados por rectitud.

                                                      Levi. Dowling

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