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מארי

La intelectualidad no es prueba de una verdadera misión mesiánica, porque el hombre por medio de intelecto nunca puede conocer a Dios, ni conducirse a sí mismo a caminar en la luz.LA INTELECTUALIDAD NO ES PRUEBA DE UNA VERDADERA MISIÓN MESIÁNICA

Jesús visita otra vez el templo y es recibido favorablemente por la multitud. Habla la parábola del rey y de sus hijos. Define su misión mesiánica. Al siguiente día las multitudes llenaron los patios del templo, resueltas a oír hablar a Jesús.

Y cuando él llegó, las gentes dijeron: ¡Salud! ¡Ved al rey!

Y Jesús habló una parábola y dijo: un rey tenía vastos dominios; sus gentes eran bondadosas y amaban la paz.

Y después de muchos años el rey dijo a su gente: tomad las tierras y todo lo que tengo; incrementad sus valores; gobernaos a vosotros mismos y vivid en paz.

Entonces las gentes formaron sus estados; seleccionaron sus gobernantes y sus reyes pequeños.

Pero el orgullo, la ambición, la codicia egoísta y la baja ingratitud crecieron rápidamente, y los reyes comenzaron a guerrear. Escribieron en sus leyes que la fuerza es el derecho; y entonces los fuertes destruyeron a los débiles, y el caos reinó en sus vastos dominios.

Largo tiempo pasó y entonces el rey miró sus dominios. Vio a sus gentes en guerra crueles; las vio enfermas y dolorosamente afligidas vio al fuerte esclavizando al débil.

Y entonces dijo: ¿Qué haré? ¿Mandaré un azote? ¿Destruiré a toda mi gente?

Y su corazón se conmovió de piedad y dijo: No mandaré azotes. Enviaré a mi hijo único, heredero de mi trono, a enseñar a mis gentes amor, paz y rectitud.

Y envió a su hijo; y las gentes le despreciaron, le maltrataron y le clavaron a una cruz.

Lo enterraron; pero la muerte fue demasiado débil para retener al príncipe, y él se levantó. Tomó una forma que los hombres no podían matar; y volvió a enseñar a las gentes amor, paz y rectitud.

Y así se portó Dios con los hombres.
 
Un abogado vino y preguntó: ¿Qué significa Mesías? ¿Quién tiene el derecho de hacer Mesías a un hombre?

Y Jesús dijo: Mesías es uno enviado por Dios a buscar y salvar a los perdidos. El Mesías no es hecho por el hombre.

Al comienzo de cada edad un Mesías viene a iluminar la vía, a cicatrizar los corazones heridos, a libertar a los prisioneros. Mesías y Cristo son uno.

El que un hombre asegure que es Cristo no es prueba de que es Cristo.

Un hombre puede hacer brotar agua del granito, puede producir tempestades con su voluntad, puede calmar vientos huracanados, puede curar enfermos, puede resucitar muertos, y sin embargo no ser enviado por Dios.

Toda la naturaleza está sometida a la voluntad del hombre y, tanto el malo como el bueno poseen la totalidad de los poderes mentales, y pueden controlar los elementos.

La intelectualidad no es prueba de una verdadera misión mesiánica, porque el hombre por medio de intelecto nunca puede conocer a Dios, ni conducirse a sí mismo a caminar en la luz.

El Mesías no vive en la cabeza sino en el corazón, el asiento de las emociones de piedad y de amor.

El Mesías nunca trabaja con fines de provecho egoísta; está por encima de egoísmos carnales; sus palabras y sus obras son para el bien universal.

El Mesías nunca trata de ser rey, de ceñirse una corona, de sentarse en un trono terrestre.

El rey es de la tierra y terreno; el Mesías es hombre de los cielos.

Entonces el abogado le preguntó. ¿Por qué te haces pasar por rey?

Y Jesús dijo: Nadie me ha oído decir que soy rey. No podría sentarme en el lugar de César y ser el Cristo.

Dad al César lo que pertenece al César; dad a Dios los tesoros de vuestro corazón.

                                               Levi. Dowling