El gnosticismo es el de “hombre conócete ti mismo y conocerás a Dios”, inscripción que se podía leer en las puertas de los templos griegos.
Jesús vino al mundo a enseñar el camino hacia este conocimiento. Los textos religiosos gnósticos proponían interpretaciones diferentes a los oficiados en su tiempo, y fueron declarados heréticos.
A partir de la conversión de Constantino al cristianismo la mera posesión de un libro herético se consideraba delito y los ejemplares encontrados se destruían.
Por eso, probablemente, los libros encontrados en Nag Hammadi se apartaron de la circulación y fueron escondidos por los seguidores del movimiento gnóstico en las vasijas de barro en las que fueron hallados en 1945.
La gnosis enfoca las cosas religiosas o divinas como un conocimiento interior y secreto, transmitido por la tradición y por la iniciación. El gnosticismo no da mucha importancia a la historicidad, sino más bien al sentido esotérico.
Los textos que podrían considerarse como evangelios, en su mayoría, son dichos de Jesús.
No se parecen mucho a los evangelios canónicos, pues no presentan una narración de la vida de Jesús, sino que contienen revelaciones secretas que supuestamente hizo éste a sus discípulos.
Gracias a estos manuscritos se sabe ahora que entre los gnósticos y los llamados ortodoxos o Iglesia primitiva hubo bastante polémica. Unos a otros se acusaron de ser la falsa Iglesia de Cristo. Las diferencias entre ambos grupos se fue haciendo cada vez más evidente.
Mientras que para los ortodoxos bastaba cumplir ciertos requisitos para entrar a formar parte de la Iglesia, como confesar el credo, aceptar el ritual del bautismo, participar en el culto y obedecer al clero, para los gnósticos era bien diferente: exigían pruebas de madurez espiritual para demostrar que se pertenecía a la Iglesia de Cristo o Iglesia verdadera.
De hecho, el bautismo para ellos significaba muy poco o nada, si no va acompañado de arrepentimiento verdadero demostrado con hechos: “Por sus frutos los conoceréis”.
Extracto de Nag Hammadi
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