Señora necedad es vocinglera
y halagadora, pero de nada sabe;
se sienta en el umbral de su morada,
y en el lugar más encumbrado de la ciudad
y llama a cuantos pasan por la calle
y van a sus quehaceres:
"El insensato venga,
al sin cordura me dirijo;
son más dulces las aguas que se roban
y más sabroso el pan que se come a hurtadillas."
Más no advierte que allí están los demonios
y en lo hondo del sepulcro están sus huéspedes.
El Cantar de los Cantares
Salomón
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