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מארי

LA HUMANIDAD RESURGIÓ DE SUS CENIZAS MUCHAS VECES, RECUPERÓ AL PLANETA, OLVIDÓ EL HEDOR A SANGRE DERRAMADA EN LAS BATALLAS, PERO NO EL ESTANDARTE DE LA MUERTE PARA ELIMINAR A OTROS, SI EL DESASOSIEGO DE LAS GUERRAS QUE NO DEJAN VENCEDORES NI VENCIDOS, SOLO DESTRUCCIÓN ABSURDA

La Luna ejerce un gran magnetismo sobre el planeta y sus ocupantes, desde la subida de las mareas, el comportamiento de los animales y del hombre inclusive. Todos y cada uno reciben su influencia mientras el satélite circunda, una y otra vez en un eterno ritual cíclico y matemático al planeta. La LUNA se irá alejando de tu mundo con el pasar de los siglos y la humanidad deberá suplir esa ausencia de magnetismo, con un mayor magnetismo interno.

En las antiguas tradiciones mágico religiosas era muy importante esa compañera permanente, que inspira a poetas, que acuna a los enamorados y que es causa de miles de elucubraciones mágicas y científicas.

Los planetas del sistema solar también ejercen una influencia en este mundo, porque no olvides que el Universo es energía cósmica magnética y todo lo manifestado es sensible a ello, incluso el hombre.

El TODO necesita al TODO. Esta verdad ha sido revelada en estos tiempos confusos, porque el hombre sigue aún repitiendo los errores del remoto pasado.

Una parte del mundo no ha respetado nunca a la otra parte, no ha permitido que las culturas se amalgamen para enriquecerse unos de otros, ha hecho divisiones, humillado y despreciado al distinto.

La Diversidad está en la Unidad y la Unidad en la Diversidad y la verdadera maravilla de la existencia, radica en las infinitas combinaciones del TODO.

Las deudas kármicas además de individuales son colectivas, nadie escapa a ello, es parte de la matemática perfecta cósmica. De la melodía del Universo, que debe vibrar en armonía y quien no sintoniza en la misma frecuencia, provoca para sí un fuerte y doloroso rebote.

La humanidad resurgió de sus cenizas muchas veces, recuperó al planeta, olvidó el hedor de la sangre derramada en las batallas, pero no el estandarte de la muerte para eliminar a otros, ni el desasosiego de las guerras que no dejan vencedores ni vencidos, solo destrucción absurda.


                                                      La Escribana
                                      El Legado de Hermes Trimegistos

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