Por
la sabiduría de la Ley, por el poder invencible de la Ley, por el vigor
de la salud, por la gloria del Padre Celestial y la Madre Tierra y por
todas las bendiciones y remedios de la séptuple Paz, adoremos a los
santos ángeles y que todos sus esfuerzos y comuniones sean para ellos,
porque son ellos los que nos convierten en seres bondadosos a los ojos
del Padre Celestial.
La
Ley se cumple de acuerdo con los ángeles, que son seres luminosos y
puros, que con el brillo de sus miradas realizan sus deseos, con poder y
señorío, pues ellos son seres puros e inmutables y ellos son siete en
número y todos los siete tienen un solo pensamiento, son siete en número
y todos los siete hablan un solo idioma, son siete en número y todos
los siete realizan una sola acción. Y tienen el mismo pensamiento y el
mismo idioma y realizan la misma acción y tienen un mismo Padre, es
decir, el Padre Celestial.
Los
ángeles ven los espíritus del uno y del otro y son los que traen el
reino de la Madre Tierra y el reino del Padre Celestial a los Hijos de
la Luz que trabajan en el Jardín de la Hermandad. Los
ángeles son los creadores y regentes, los constructores y los
administradores, los guardianes y protectores de la tierra fértil y de
todas las creaciones del Padre Celestial. Invocamos
a los ángeles bondadosos y fuertes del Padre Celestial y de la Madre
Tierra, invocamos al ángel de la Luz, al ángel del Cielo, al ángel del
Agua, al ángel de la Tierra, al ángel de las Plantas, al ángel de los
Hijos de la Luz, al ángel de la Creación eterna y santa.
A los ángeles, porque ellos fueron los primeros que escucharon los
pensamientos y las enseñanzas del Padre Celestial y de El, los ángeles
formaron la semilla que dio origen a las naciones; adoramos a los
ángeles porque ellos fueron los primeros que tocaron la frente de
nuestro Padre Enoch y guiaron a los Hijos de la Luz a través de los
siete y siete senderos que conducen hasta el Arbol de la Vida, que
permanece en medio del Mar eterno.
A todos los ángeles, adoramos a los ángeles bondadosos, heroicos y
generosos del mundo físico de la Madre Tierra y a los ángeles de las
esferas invisibles y a los que están en los mundos celestiales del Padre
Celestial. Adoramos a los ángeles inmortales que siempre son nuestros
bienhechores, a los seres luminosos de faz resplandeciente, adoramos
estas grandiosas y santas criaturas del Padre Celestial, porque son
seres eternos y puros.
A los santos ángeles resplandecientes, gloriosos y bienhechores, que
rigen con rectitud y disponen todas las cosas correctamente. Escuchad
las voces alegres de los Hijos de la Luz, que entonan las alabanzas de
los santos ángeles, pues los Hijos de la Luz trabajan en el Jardín de la
Hermandad. Le
cantamos con regocijo al agua, a la tierra y a las plantas, a esta
tierra y a los cielos, al viento, al sol y a la luna, a las estrellas
eternas que no tuvieron principio y a todas las santas criaturas del
Padre Celestial.
A los ángeles de los días y a los ángeles de los meses, a los ángeles
de los años, a los de las estaciones y a todos los ángeles inmortales,
bondadosos y heroicos que nos favorecen y que sostienen y protegen el
Orden Celestial.
Deseamos
acercarnos a los ángeles poderosos, a todos los ángeles del Orden
Celestial y a causa de la Ley Santa, que es el mejor de todos los
bienes. A
los ángeles bondadosos e inmortales, quienes ejercen sus gobiernos con
rectitud, les ofrecemos estos pensamientos, que son buenos pensamientos,
estas palabras, que son palabras bondadosas y estas acciones, que son
buenas acciones.
Le
ofrecemos estos presentes a los ángeles del día y a los ángeles de la
noche, a los ángeles que viven por siempre y que constantemente nos
ayudan y que viven eternamente con la Mente Divina.
Que
los ángeles bondadosos y heroicos del Padre Celestial y de la Madre
Tierra caminen con sus pies santos por el Jardín de la Hermandad y que
ellos vayan de la manos con nosotros, llevando las virtudes curativas de
sus dones benditos, que son tantas como lo es la anchura de la Tierra,
siendo tan dilatadas como los ríos y tan altas como el sol, para así
ayudar al mejoramiento del hombre y para que haya cosechas abundantes.
Son
ellos, los santos ángeles, los que reconstruyen el universo y por eso
el universo nunca envejecerá y nunca perecerá, nunca entrará en
decadencia, sino que siempre vivirá y continuará expandiéndose. Entonces
vendrán la Vida y la Inmortalidad y el universo será renovado, la
creación se expandirá y no habrá muerte, florecerá el reino del Padre
Celestial y el mal perecerá. Extracto del libro los Rollos del Mar
Muerto
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