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מארי

DEBORAH (2/2)

Allende el Jordán, Galaad se queda,
y Dan, ¿por qué vive en naves extranjeras.
Aser se quedado a orillas del mar,
Tranquilo en sus puertos mora.

Zabulón es un pueblo que reta a la muerte.
Y, Neftalí, en las alturas del país.
Vinieron los reyes, combatieron,
Entonces combatieron los reyes de Canaán,
En Tanak, en las aguas de Meguiddó,
Más sin lograr botín de plata.

Desde los cielos lucharon las estrellas, desde
Sus órbitas lucharon contra Sísara.

El torrente Quisón barriólos,
¡El viejo torrente, el torrente Quisón!
¡Avanza, alma mía, con denuedo!

Cascos de caballo sacuden el suelo:
¡Galopan, galopan sus corceles!
Maldecid a Meroz, dice el ángel de Yahveh,
Maldecid, maldecid a sus moradores;
Pues no vinieron en ayuda de Yahveh,
En ayuda de Yahveh como los héroes.

¡Bendita entre las muges Yael
(la mujer de Jéber el quenita)
Entre las mujeres que habitan en tiendas, bendita seas!

Pedía agua, le dio leche,
En la copa de los nobles les sirvió nata.
Tendió su mano a la clavija,
La diestra al martillo de los carpinteros.

Hirió a Sísara, le partió la cabeza,
le golpeó y le partió la sien;
a sus pies se desplomó, cayó, durmió,
a sus pies se desplomó, cayó, deshecho.

A la ventana se asoma y atisba
La madre de Sísara, por las celosías:
¿Por qué tarda en llegar su carro?
¿Por qué se retrasa el galopar de su carroza?

La más discreta de sus princesas le responde;
Ella se lo repite a sí misma:
¡Será que han cogido botín y lo reparten:
Una doncella, dos doncellas para cada guerrero;
botín de paños de colores para Sísara,
Botín de paño de colores;
Un manto, dos mantos bordados para mi cuello!

¡Así perezcan todos tus enemigos, oh Yahveh!
¡Y sean los que te aman como el salir del sol
con todo su fulgor!
Y el país quedó tranquilo cuarenta años…

      CÁNTICO de DEBORAH i BARAQ

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