y Dan, ¿por qué vive en naves
extranjeras.
Aser se quedado a orillas del mar,
Tranquilo en sus puertos mora.
Zabulón es un pueblo que reta a la
muerte.
Y, Neftalí, en las alturas del país.
Entonces combatieron los reyes de
Canaán,
En Tanak, en las aguas de Meguiddó,
Más sin lograr botín de plata.
Desde los cielos lucharon las
estrellas, desde
Sus órbitas lucharon contra Sísara.
El torrente Quisón barriólos,
¡El viejo torrente, el torrente
Quisón!
¡Avanza, alma mía, con denuedo!
Cascos de caballo sacuden el suelo:
¡Galopan, galopan sus corceles!
Maldecid a Meroz, dice el ángel de
Yahveh,
Maldecid, maldecid a sus moradores;
Pues no vinieron en ayuda de Yahveh,
En ayuda de Yahveh como los héroes.
¡Bendita entre las muges Yael
(la mujer de Jéber el quenita)
Entre las mujeres que habitan en
tiendas, bendita seas!
Pedía agua, le dio leche,
En la copa de los nobles les sirvió
nata.
Tendió su mano a la clavija,
La diestra al martillo de los
carpinteros.
Hirió a Sísara, le partió la cabeza,
le golpeó y le partió la sien;
a sus pies se desplomó, cayó, durmió,
a sus pies se desplomó, cayó,
deshecho.
A la ventana se asoma y atisba
La madre de Sísara, por las celosías:
¿Por qué tarda en llegar su carro?
¿Por qué se retrasa el galopar de su
carroza?
La más discreta de sus princesas le
responde;
Ella se lo repite a sí misma:
¡Será que han cogido botín y lo
reparten:
Una doncella, dos doncellas para
cada guerrero;
botín de paños de colores para Sísara,
Botín de paño de colores;
Un manto, dos mantos bordados para
mi cuello!
¡Así perezcan todos tus enemigos, oh
Yahveh!
¡Y sean los que te aman como el
salir del sol
con todo su fulgor!
Y el país quedó tranquilo cuarenta
años…
CÁNTICO de DEBORAH i BARAQ
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