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מארי

SINTONIZADOS PARA OÍR LA VOZ CELESTE

Jesús habla en el templo a las gentes respecto a su misión Mesiánica. Reprende a los judíos por su falsía. Los judíos tratan de apedrearle, pero José se los impide. Los cristianos van a Jericó y después a Bethabara.


 

Muchos judíos de Galilea, de Judea y de Samaria estaban en Jerusalem y en la fiesta. El atrio de Salomón estaba lleno de escribas y fariseos y doctores de la ley; y hacia ellos se encaminó Jesús.

Y un escriba le salió al encuentro y le dijo: Maestro: ¿por qué mantienes a las gentes en suspenso? Si eres verdaderamente el Mesías del que han hablado los profetas, dilo ahora mismo y una vez por todas.

Y Jesús dijo: Ya lo he dicho muchas veces pero vosotros no me creéis. Ningún hombre que no proceda de Dios puede hacer los trabajos que yo he hecho ni traer la verdad como yo la he traído a los hombres.

Lo que yo he hecho y he dicho debería testificar quien Soy Yo.

Dios llama, y aquellos cuyos oídos están sintonizados para oír la voz celeste han oído el llamamiento y han creído ya en mí, porque Dios testifica por mí. Vosotros no estáis capacitados para oír la voz de Dios porque vuestros oídos no están afinados. No podéis comprender los trabajos de Dios porque vuestras sensaciones son todo egoísmo.

Vosotros sois chismosos, enredadores, hipócritas. Lleváis a los hombres que Dios me ha dado a vuestras guaridas, a emponzoñarlos con sofismas y mentiras y os imagináis que podéis arrebatarlos del redil de Dios.

Yo os digo, hombres, que estos hombres son probados y que no podéis arrebatarme ni uno solo de ellos. Mi padre que me los dió es más grande que todos vosotros juntos y él y yo somos uno.

Entonces los judíos tomaron piedras para arrojárselas, gritando: Basta, hemos oído lo suficiente. Fuera de aquí. Aprendámosle.

Pero José, miembro del gran Sanedrín de los Judíos que estaba en el atrio, se lanzó hacia adelante diciendo: Israelitas: no hagáis nada violento; soltad las piedras; la razón guía mejor que la pasión en momentos como éste.

¿No sabéis si vuestras acusaciones son verdaderas; y si este hombre llegara a probar que es él el Cristo y le matarais, la ira de Dios caería sobre vosotros para siempre.

Y Jesús les dijo: He aquí que he curado a vuestros enfermos, que he dado vista a vuestros ciegos y oído a vuestros sordos, que he hecho caminar a vuestros cojos y que he arrojado espíritus impuros de vuestros amigos.

¿Por cuál de estos grandes trabajos queréis quitarme la vida? Los judíos contestaron: No queremos apedrearte por tus trabajos de gracia sino por sus palabras viles y blasfemas. No eres sino un hombre y tienes la audacia de decir que eres Dios.

Y Jesús dijo: Vuestro mismo profeta dijo a los hijos de los hombres: Mirad: Vosotros sois dioses. Ahora bien, escuchadme hombres: Si él pudo decir eso a hombres que simplemente habían oído la palabra de Dios ¿por qué habéis de considerar blasfemo al hombre de Dios, que yo diga que soy un hijo de Dios?

Si no creéis lo que digo, a lo menos podéis creer lo que hago; podéis ver al padre en mis trabajos y saber que moro en el Padre Dios y que el Padre mora en mí.

Entonces los judíos volvieron a tomar piedras y le habrían apedreado en el patio del templo, pero él se retiró de la vista, abandonando el atrio y el patio y tomó su camino. Y con los doce se fue a Jericó.
               
                                        Levi. Dowling

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