Juan el Precursor censura a Herodes por su maldad. Herodes le encarcela en Machaerus. Jesús explica por que Dios permitió el encarcelamiento de Juan.
Herodes Antipas, tetrarca de Paraca y de Galilea era disipado, egoísta y tiránico. Arrojó a su esposa de su hogar para tomar como esposa a Herodías, esposa de un pariente cercano suyo, mujer inmoral e injusta como él.
El hogar de Herodes estaba en Tiberio en las costas de Galilea. Ahora bien, Juan, el precursor, se había ido de las Fuentes de Salem, al mar de Galilea a enseñar a las gentes; y allí censuraba al gobernante malvado y a su esposa robada, por todos los pecados de ambos.
Herodías se enfureció ante la audacia del predicador que se atrevía a censurar a ella y a su esposo por sus crímenes. E instó a Herodes que aprisionara al precursor y que lo arrojara a un calabozo del castillo de Machaerus que estaba a la orilla del mar amargo.
Y Herodes hizo lo que ella le pidió. Entonces ya vivió ella en paz con todos sus pecados, y ya nadie tuvo el atrevimiento de censurarla.
Los prosélitos de Juan recibieron amonestación de no hablar del enjuiciamiento y de le prisión de Juan.
De orden de la corte se les prohibió enseñar en lugares públicos. No podían hablar de esta vida mejor que Herodes llamaba la herejía de Juan. Y cuando se hizo público que Juan había sido encarcelado por la corte del tetrarca, los amigos de Jesús creyeron prudente que saliera de Galilea.
Pero Jesús dijo: Nada tengo que temer; mi hora no ha llegado; ningún hombre puede detenerme hasta que haya terminado mi trabajo.
Y cuando le preguntaron por qué había permitido el encarcelamiento de Juan contestó: Mirad aquel tallo de trigo. Cuando el grano está ya perfecto, el tallo ha perdido toda su importancia, cae y vuelve a ser parte de la tierra de la cual salió. Juan es el tallo de trigo dorado. Ha desarrollado en plena madurez el grano más rico de la tierra. Su trabajo ha terminado.
Si el hombre hubiera hablado una sola palabra más podría haber dañado la simetría de lo que ahora es una vida noble. Cuando mi trabajo haya terminado, los gobernantes harán conmigo lo que han hecho con Juan; y más. Todos estos acontecimientos son parte del plan mismo de Dios. Los inocentes sufren cuando los malvados llegan al poder. Pero ¡ay de aquellos que hacen sufrir a los inocentes!
Levi. Dowling
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