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מארי

EN TODOS LOS CAMINOS DE LA VIDA EL HOMBRE Y LA MUJER CAMINARAN JUNTOS; EL UNO SIN EL OTRO NO ES SINO LA MITAD, CADA UNO TIENE SU TRABAJO QUE HACER

Lecciones de Salomé. El hombre y la mujer. Filosofía de los modos humanos. El Dios trino y uno. Los Siete. El Dios Tao
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Salomé enseñó la lección de ese día. Dijo: Todos los tiempos no son iguales. Hoy las palabras del hombre pueden tener gran poder; mañana la mujer enseña mejor.

En todos los caminos de la vida el hombre y la mujer caminarán juntos; el uno sin el otro no es sino la mitad; cada uno tiene su trabajo que hacer. Todas las cosas nos enseñan; cada una tiene su tiempo y su estación propios. El sol, la luna tienen lecciones suyas propias para los hombres; pero cada uno enseña cuando el tiempo le viene.

Las lecciones del sol caen en los corazones humanos como caen las hojas acostadas en un arroyo, si se las da en la estación de la luna; y lo mismo ocurre con las lecciones de la luna y de todas las estrellas.

Hoy uno camina en depresión, descorazonado, oprimido; mañana ese mismo uno se siente pleno de goce.



Hoy los cielos parecen llenos de bendiciones y esperanza, mañana la esperanza ha volado, y todo plan y todo propósito se disuelven en nada.

Hoy uno quiere maldecir la tierra sobre la que camina; mañana está lleno de amor y de alabanza.

Hoy uno odia, desprecia, envidia y siente celos de un niño que ama; mañana ha surgido por encima de su ego carnal y sólo respira alegría y buena voluntad.

Mil veces el hombre se pregunta por qué estas alturas y depresiones, estos corazones llenos de luz y estas tristezas han de encontrarse en toda vida.

No sabe que hay maestros en todo lugar, ocupados en la tarea que Dios les ha asignado, y empujando la verdad a todos los corazones humanos.

Pero ésta es la verdad, y todo hombre recibe las lecciones que necesita.

Y María dijo: Hoy estoy en gran vibración; mis pensamientos y toda vida parecen elevados; ¿por qué estoy así inspirada?.

Salomé contestó: Este es un día de exaltación; día de alabanza y de adoración; día en que hasta cierto punto podemos comprender a nuestro Padre Dios.

Si es así estudiemos a Dios, el Uno, el Tres, el Siete.

Antes que los mundos fueron formados todas las cosas fueron Uno; simplemente Espíritu, Respiración Universal.

Y el Espíritu respiró y lo que no había sido manifestado llegó a ser el Fuego y el Pensamiento del cielo, el Padre Dios y la Madre Dios.

Y cuando el Fuego y el Pensamiento del cielo respiraron al unísono, su hijo, su hijo único, nació. Este hijo es el Amor, a quien los hombres llaman el Cristo.

Al Pensamiento del cielo los hombres llaman la Santa Respiración.

Y entonces el Dios Trino y Uno respiró y he aquí que siete Espíritus se presentaron de pie ante el trono. Estos son los Elohims, los espíritus creadores del universo.

Y estos son los que dijeron: Hagamos al Hombre; y en su imagen el hombre fue hecho.

En las edades primeras del mundo los moradores del lejano Este dijeron: Tao es el nombre de la Respiración Universal; y en los libros antiguos leemos: Tao el Grande no tiene forma manifiesta, y sin embargo hizo y mantiene los cielos y la tierra.

Tao el Grande no tiene ninguna pasión, y sin embargo ha hecho que el sol, la luna y las estrellas se eleven y se oculten. Tao el Grande no tiene nombre, y sin embargo hace crecer todas las cosas; y en su estación de vida trae todo al tiempo de la semilla y al tiempo de la cosecha. Tao el Grande fue Uno; el Uno llegó a ser el Dos; el Dos llegó a ser el Tres; el Tres evolucionó en el Siete que llenó el Universo con manifestaciones.

Y Tao el Grande deja todos, los bienes y males, la lluvia, el rocío, el brillo del sol y las flores; de su riqueza cósmica alimenta a todos.

Y en el mismo viejo libro leemos con respecto al hombre: El tiene un espíritu que lo une a Tao el Grande; un cuerpo de deseos que surge de la Tierra de la carne. Ahora bien: el espíritu ama la pureza, el bien, la verdad: el cuerpo de deseos ama al ego egoísta; el alma es el campo de batalla en que los dos luchan. Y bendito es el hombre cuyo espíritu triunfa y cuyo ego inferior se purifica; cuya alma se limpia, adaptándose a ser la cámara del consejo de manifestaciones del Gran Tao.

Y así terminó la lección de Salomé.

                                                     Levi. Dowling

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