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מארי

LOS BUHOS DE LA INTELIGENCIA

Hay hombres que como la luz los irrita y fatiga vuelven su espalda al sol, mirando siempre a su sombra. Se creen cristianos pero adoran al diablo, otorgándolo los atributos de Dios. Se llaman filósofos, mas adoran la nada y la anarquía, poniéndolas en lugar del ser eterno y del orden inmutable que preside la jerarquía de los seres.

La afirmación temeraria y la negación absurda tienen también sus fanáticos, estos son los búhos de la inteligencia. Los que sólo ven en la noche de sus pasiones al clarear el día quedan ciegos. Jamás esos hombres comprenderán nada de la filosofía oculta.

Para ellos solamente es oculta
Oculta como el sol para los búhos
Oculta como el buen sentido para los fanáticos
Oculta como la razón para los insensatos.

Pues es la filosofía de la luz; es la filosofía del buen sentido; es la filosofía exacta como los números, rigurosa como las proporciones de la geometría, regulada y ordenada como la naturaleza, evidente como el ser, infalible como las matemáticas eternas.

¡Ciego el que no lo vea, pero más ciego aún quien pretenda verlo en la noche! El temerario que ose mirar al sol sin pantalla queda ciego y entonces para él el sol es negro. 

Nunca el estúpido vulgar comprenderá la alta ciencia de los magos. Orfeo canta y los monos hacen muecas y gestos, esperando que el poeta elogie su cola. La gloria que se pide a la muchedumbre es ambrosía bien amarga, pues contiene mucha hiel y poca miel.

Además, las palmas inmortales tardan en crecer y suelen no dar sombra más que a los féretros. Los verdaderos grandes hombres son poco ávidos de escuchar su gloria, saben que si el trueno ahorra el laurel, éste estará por especie de complicidad entre azotes y azahares; la corona de laurel es con frecuencia corona de vértigos. La savia del laurel contiene el más sutil de los venenos.

Es necesario atreverse para ocuparse seriamente de esta filosofía oculta, tratada con tanto desprecio por aquellos que la niegan, y con tanto odio por los que la atribuyen al demonio.

Es preciso tener osadía, para mandar a los fantasmas de la imaginación y las inquietudes del espíritu; es necesario ser audaz para pensar de diferente modo que el vulgo, para oponer el inmutable y buen sentido de los sabios a las divagaciones siempre variables de la multitud.

Dios ha puesto a nuestra disposición la paz y la dicha, pero es preciso atreverse a extender las manos hasta esos frutos del árbol de la vida, prohibidos por tantas quimeras, y no temer robarlos, porque una vez cogidos la naturaleza nos los donará.

Recordemos que el cielo soporta violencia y quiere ser tomado por asalto.
Si el infierno fuera el patrimonio de la inteligencia valerosa que lucha en nombre de la razón y si el cielo estuviera reservado a la estúpida temeridad que obedece al misterio, las gentes de honor y de corazón deberían ir todas al infierno, y este sería entonces el cielo.

AMOR, he aquí el gran secreto de la Magia, pero hay que saber distinguir entre el amor que inmortaliza y el amor que mata. Escribimos para los hombres sin prejuicios. Saber es ser. Dudar es ignorar. Pues bien, lo que dudamos o ignoramos no existe aún para nosotros. Tales son las consecuencias del dogma filosófico de Hermes y tal es la filosofía de los Rosa Cruz, herederos de todos los sabios de la antigüedad.

                                                                  El Gran Arcano

                                                                             Eliphas Levi

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