Padre nuestro bondadoso que reinas en el cielo, Santificados sean tus nombres.
Medita
sobre tu FE en el Señor tu Dios y la gracia del Espíritu Santo, al
tiempo que agradeces la presencia de ambos en tu vida y en la tierra.
Venga a nosotros tu reino y hágase tu voluntad.
Escucha
la voz de tu Padre, para conocer su voluntad y cumplirla sin miedo ni
falta. Quédate en este pétalo el tiempo que necesites para sumergirte y
encontrar la bienaventurada liberación de la entrega a su voluntad,
antes que a la tuya.
Abraza el tercer pétalo, o sea, el pétalo del SERVICIO, y reza:
Así en la tierra como en el cielo.
Aquí reafirmarás tu promesa, a Dios y a ti mismo, si eres anthropos por completo y lo has recordado.
Si aún no has alcanzado el estado de realización, confirmarás tu compromiso de crear el cielo en la tierra actuando de acuerdo con el Camino del Amor, amando al Señor tu Dios por encima de todas las cosas, y amando a tus hermanos y hermanas en la tierra como a ti mismo, pues son parte de ti. Rezarás por su iluminación, y mediante la gnosis recordarás la naturaleza de tu promesa eterna.
Si aún no has alcanzado el estado de realización, confirmarás tu compromiso de crear el cielo en la tierra actuando de acuerdo con el Camino del Amor, amando al Señor tu Dios por encima de todas las cosas, y amando a tus hermanos y hermanas en la tierra como a ti mismo, pues son parte de ti. Rezarás por su iluminación, y mediante la gnosis recordarás la naturaleza de tu promesa eterna.
Abraza el cuarto pétalo, el pétalo de la ABUNDANCIA, y reza:
El pan nuestro de cada día, el maná, dánoslo hoy.
Da
gracias al Señor por todo lo que te ha concedido, y que sepas que,
cuando vivas en armonía con su voluntad y honres tu promesa de servirle,
conocerás la munificencia de la abundancia y jamás vivirás un día de
necesidad. No hay nada que necesites o desees que no te sea dado cuando
vives en el flujo de la gracia de Dios, y cuando te has alineado con la
voluntad de Dios.
Abraza el quinto pétalo, o sea, el pétalo del PERDÓN, y reza:
Perdona nuestras ofensas y errores, como nos perdonamos a nosotros mismos y a los demás.
Aquí
has de hacer la lista de aquellos que te han perjudicado, que han
testificado en tu contra o te han causado dolor. Y debes perdonarles, al
tiempo que rezas para que algún día sean anthropos por completo, tomen
conciencia de su relación con Dios y recuerden su promesa.
Has de pedir que cualquiera a quien hayas ofendido te perdone del mismo modo, y sobre todo has de perdonarte a ti mismo por todos los actos y pensamientos que te han avergonzado por tu debilidad humana. Pues si bien el perdón es el bálsamo de nuestra compasiva madre, perdonarse a uno mismo es lo más necesario de todo.
Has de pedir que cualquiera a quien hayas ofendido te perdone del mismo modo, y sobre todo has de perdonarte a ti mismo por todos los actos y pensamientos que te han avergonzado por tu debilidad humana. Pues si bien el perdón es el bálsamo de nuestra compasiva madre, perdonarse a uno mismo es lo más necesario de todo.
Abraza el sexto pétalo, o sea, el pétalo de la FUERZA, y reza:
Dirígeme por el camino del bien y líbrame de las tentaciones del mal.
Pues la tentación es lo que nos impide convertirnos en seres realizados.
Impide
que cumplamos nuestra promesa a Dios, a nosotros mismos y a los demás, y
se encuentra mediante las tentaciones de la avaricia, el orgullo, la
pereza, la lujuria, la ira, la glotonería y, sobre todo, la envidia.
Medita sobre estos pecados y reza por tu liberación de cualquier
tentación que quiera desviarte del camino del anthropos.
Reza
de esta manera que yo te he dado, y enseña a tus hermanos y hermanas en
espíritu a hacer lo mismo. Gracias a vivir esta oración, hombres y
mujeres crearán el cielo en la tierra. Gracias a esta oración, vivirán
tal como expresa el amor. El Libro del Amor El amor lo Conquista Todo.
Quienes tengan oídos para oír, que oigan.