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מארי

EL MISTERIO DE LA MUERTE

Muerte y entierro de Isabel. Lecciones de Matheno. El misterio de la muerte. La misión de Juan. Institución del rito del bautismo. Matheno se lleva a Juan a Egipto y le coloca en el templo de Sakara donde permanece por diez y ocho años.

Cuando Juan tuvo doce años de edad, murió su madre, y los vecinos colocaron el cuerpo de ella en una tumba, entre sus parientes, en el cementerio de Hebrón, cerca de la tumba de Zacarías. Juan se afligió profundamente; lloró. Matheno le dijo: No está bien que llores por causa de la muerte.

La muerte no es enemigo del hombre es un amigo que, cuando el trabajo de su vida se ha hecho, simplemente corta el cordón que une el barco humano a la tierra, para que pueda navegar en mares más tranquilos.

Ninguna lengua puede describir lo que vale una madre. La tuya fue probada y buena. Pero no se fue hasta que su tarea estuvo hecha.

La llamada de la muerte es siempre para lo mejor, porque estamos solucionando problemas allá tanto como aquí, y uno puede estar seguro de encontrarse donde mejor se solucionen sus problemas.


Es sólo el egoísmo lo que nos hace desear que regresen a la tierra las almas que han partido. Así, deja que tu madre descanse en paz. Deja que su noble vida sea fortaleza e inspiración para ti. Una crisis en tu vida ha llegado. Debes tener un concepto claro del trabajo que tienes que hacer.

Los sabios de las edades te han llamado precursor. Los profetas te han visto y han dicho: He aquí que Elías ha regresado. Tu misión aquí es la de precursor, porque debes ir delante de la faz del Mesías preparando su vía. Y hacer que los pueblos estén listos para recibir a su rey.

Estar listos significa pureza de corazón: sólo el puro de corazón puede reconocer la luz. Para enseñar a los hombres a ser puros de corazón tienes que ser tú mismo puro de corazón y de palabra y de acción. En tu infancia se hizo el voto y llegaste a ser Nazareno. No te rasurarás ni la cara ni la cabeza, ni probarás ni vinos ni bebidas alcohólicas.

Los hombres necesitan un prototipo para sus vidas; les agrada ser guiados no guiar. El hombre que se pone de pie en el cruce de los caminos y apunta las vías sin ir él mismo por ellas, es un apuntador. Un signo de madera puede hacer lo mismo.

El maestro anda el camino; en cada paso deja su huella claramente estampada, para que todos puedan verla y estar seguros de que él, el maestro, pasó por allí. Los hombres comprenden la vida interior por lo que ven y hacen. Vienen a Dios por medio de ceremonias y ritos.

De allí que cuando tú hagas saber a los hombres que sus pecados se lavan por pureza en la vida, habrás establecido un rito simbólico. Lava en agua los cuerpos de las gentes que resuelvan alejarse del pecado y esforzarse para conseguir la pureza de la vida.

Este rito de la purificación es un rito preparatorio y quienes así se purifican forman la Iglesia de la Pureza.

Y tú dirás: Oídme, hombres de Israel: reformaos y lavaos, llegad a ser hijos de la pureza, y seréis perdonados. Este rito de purificación y esta iglesia son simplemente símbolos de la limpieza del alma por purificación de la vida y del reino del alma, que no viene por demostraciones externas sino que es la iglesia interna.

Ahora bien, tú nunca apuntarás la vía ni dirás a las multitudes que hagan lo que tú nunca has hecho, sino que irás primero y así mostrarás la vía. Enseñarás que el hombre debe lavarse; y como debes avanzar el primero en la vía, lavarás tu cuerpo como símbolo de purificación del alma.

Juan dijo: ¿Qué tengo que esperar? ¿No puedo ir en el acto y lavar?

Matheno dijo: Esta bien, y ambos descendieron a donde se juntan dos brazos del Jordán, exactamente donde las huestes de Israel cruzaron cuando por primera vez entraron a Canaan. Y allí moraron por algún tiempo.

Matheno enseño al precursor, y le explicó el significado íntimo del rito de purificación y cómo lavarse a sí mismo, y cómo lavar a las multitudes. Y en el río Jordán Juan fue lavado; e inmediatamente volvió al desierto.

El trabajo de Matheno en las colinas de Engedi había terminado por lo cual él y Juan descendieron a Egipto y no descansaron hasta llegar al desierto de Sakara en el valle del Nilo.

Por muchos años Matheno fue maestro en este templo de la Hermandad, de modo que cuando refirió la vida de Juan y su misión entre los hijos de los hombres, el hierofante recibió con goce al precursor que fue llamado el Hermano Nazareno.

Dieciocho años vivió Juan dentro del templo y trabajó allí. Y allí se conquistó a sí mismo, llegó a ser mente maestra y aprendió los deberes de precursor.

                                                          Levi. Dowling

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