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מארי

DEVELANDO LO VELADO

Debemos saber, que un buen carácter puede depravarse y que, muchas veces, los mejores se tornan peores, cuando se degradan y corrompen voluntariamente. La ciencia de las grandes e infalibles leyes del equilibrio pueden también ayudarnos a predecir el futuro de los hombres.

Un hombre nulo y mediocre podrá llegar a todo, pero jamás será algo. Un hombre apasionado, que se abandona a excesos, perecerá con su misma intemperancia, o será fatalmente arrastrado a excesos contrarios.

El cristianismo de los sacerdotes del desierto, debía producirse después de la devastación de Tiberio y de Heliogabalo. En la época del jansenismo, ese mismo cristianismo temible es una locura que ultraja a la naturaleza y prepara las orgías de la Regencia y del Directorio. Los excesos de la libertad en el 93 trajeron el despotismo. La exageración de una fuerza va siempre a favor de la fuerza contraria.

En la filosofía y en la religión, las verdades exageradas se convierten en las más peligrosas mentiras. Cuando, por ejemplo, Jesucristo decía a sus apóstoles:

“Quien os oye me oye, y quien me oye, oye a Aquél que me envió”, establecía la jerarquía disciplinaria y la unidad de enseñanza, atribuyendo a este método divino, porque es natural, una infalibilidad relativa a la que él enseñó, y no dando por eso, a ningún tribunal eclesiástico, el derecho de condenar los descubrimientos de Galileo.

Las exageraciones del principio de la infalibilidad dogmática y disciplinaria producirán la inmensa catástrofe de hacer caer a la Iglesia, digámoslo así, en flagrante delito de persecución de la verdad. Y entonces, las paradojas responderán a las paradojas. La Iglesia parecía desconocer los derechos de la razón y los hombres desconocerán los de la fe. El espíritu humano es un enfermo que aun anda con el auxilio de dos muletas: la ciencia y la religión.

La falsa filosofía le quita la religión y el fanatismo le arranca la ciencia.

¿Qué puede ella hacer? Caer pesadamente y dejarse arrastrar como un paralítico entre las blasfemias de Proudhon y las enormidades del Syllabus.

Las iras de la incredulidad no tienen la fuerza suficiente para medirse con los furores del fanatismo, porque son ridículas. El fanatismo es una afirmación exagerada y la incredulidad una negación también exagerada, pero muy irrisoriamente. ¿Qué es la exageración de la nada?. ¡Muy menos que nada!. No vale la pena quebrar lanzas por ello.

Así tenemos, impotencia y desaliento de un lado, persistencia e invasión del otro; caemos bajo la presión pesada de las creencias ciegas y de los intereses que explotan. El viejo mundo, que juzgaban muerto se levanta de nuevo delante de nosotros y la revolución está lista para recomenzar. Todo esto podía ser escrito, todo estaba en la ley del equilibrio, todo había sido predicho y fácilmente se puede predecir lo que acontecerá después.

                                                                El Gran Arcano

                                                                   Eliphas Levi

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