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מארי

LA SENSACIÓN DE TODO Y NADA DE LAS UNIDADES INMERSAS EN LA DIVERSIDAD INFINITA Y ETERNA, ES LA COMPRESIÓN DE LA SENSACIÓN, VISIÓN O RECUERDO ES LA AUSENCIA TOTAL DEL EGO

La UNIDAD es omnipresente, omnipotente, invisible, omnisciente, irrepresentable, incontenible, eterna, infinita, armónica, es orden y equilibrio. Se expande hasta los confines hasta llegar a su máximo despliegue y luego se repliega en sí mismo, hasta volver a la ausencia total. Es un palpitar cíclico y eterno del corazón cósmico. La sensación de TODO y NADA, de las unidades inmersas en la diversidad infinita y eterna, es la comprensión de la sensación, visión o recuerdo es la ausencia total del ego.

Del caos previo al nuevo orden, LA NADA cobró vida y cuerpo. LA NADA llegó a tal profundidad de ausencia que se manifestó, como en un juego inexplicable esa densa y minúscula partícula de la inexistencia, se mostró en toda su grandeza, y dio origen al TODO.

Grandes cuerpos esféricos llenos de energía fueron el centro sobre el que giraban otras esferas. Poco a poco todo comenzó a apaciguarse mientras continuaba expandiéndose a límites insospechados. El vacío dejó de serlo y se convirtió en un espacio lleno de infinitas esferas que agrupadas formaron constelaciones, nebulosas, agujeros negros, enanas, estrellas y planetas, pliegues estelares einfinitas anomalías. En la periferia de ese universo revelado, de esa nada manifestada nació la Vía Láctea.

El Universo es un ser vivo en constante movimiento. Expandiéndose, buscando acariciar el TODO con sus tentáculos cósmicos. La gran explosión inicial de la vida es magnífica, inconmensurable, infinita e imparable. Porque hasta el final de la expansión mantiene su movimiento, se recrea, surgen nuevas combinaciones, se colapsa por sectores y se reinventa.

                                          La Escribana
                                El Legado de Hermes trimegistos

























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