Del caos previo al nuevo orden, LA NADA cobró vida y cuerpo. LA NADA llegó a tal profundidad de ausencia que se manifestó, como en un juego inexplicable esa densa y minúscula partícula de la inexistencia, se mostró en toda su grandeza, y dio origen al TODO.
Grandes cuerpos esféricos llenos de energía fueron el centro sobre el que giraban otras esferas. Poco a poco todo comenzó a apaciguarse mientras continuaba expandiéndose a límites insospechados. El vacío dejó de serlo y se convirtió en un espacio lleno de infinitas esferas que agrupadas formaron constelaciones, nebulosas, agujeros negros, enanas, estrellas y planetas, pliegues estelares einfinitas anomalías. En la periferia de ese universo revelado, de esa nada manifestada nació la Vía Láctea.
El Universo es un ser vivo en constante movimiento. Expandiéndose, buscando acariciar el TODO con sus tentáculos cósmicos. La gran explosión inicial de la vida es magnífica, inconmensurable, infinita e imparable. Porque hasta el final de la expansión mantiene su movimiento, se recrea, surgen nuevas combinaciones, se colapsa por sectores y se reinventa.
La Escribana
El Legado de Hermes trimegistos
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