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מארי

LAS ESTRELLAS

Las estrellas blancas y brillantes que se ven de lejos. Los rayos penetrantes que vienen de las estrellas lejanas,  nos traen influencias saludables. Los rayos luminosos  y el brillo y la gloria de las estrellas, todos ellos, oh Padre Celestial, son los que pregonan Tu alabanza.


El Padre Celestial colocó Su poderío sobre la faz de los cielos y he aquí, que El dejó un río de estrellas en Su noche. Invocamos a las estrellas brillantes y gloriosas que hacen desvanecer todos los temores y dan salud y vida a todas las creaciones. Invocamos a las estrellas brillantes y gloriosas, a las que el Padre Celestial ha dado miles de sentidos, a las estrellas gloriosas que tienen dentro de si mismas la simiente de Vida y Agua.

A las estrellas brillantes y gloriosas les ofrecemos una invocación; con Sabiduría, Poder y amor y con Rectitud de palabra y acción, le ofrecemos un sacrificio a las estrellas brillantes y gloriosas que vuelan por el Mar celestial, tan rápidas como una flecha lanzada hacia el espacio celeste.  Invocamos a las estrellas brillantes y gloriosas, que siempre están llenas de hermosura, esparciendo alivio y alegría, mientras se comunican interiormente consigo mismas.

Las obras sagradas de la creación, las estrellas, los soles y la aurora de múltiples colores, que nos trae la Luz de los días, todos estos, en su Orden celestial, son los pregoneros de tu alabanza, oh gran Dador de vida, oh Ley Santa.

Invocamos al Señor de las estrellas, al ángel de la Luz, quien siempre está alerta y quien toma posesión de la Ley hermosa que siempre está en expansión y lo hace grandiosamente y con Poder; que es veloz entre los veloces, benévolo entre los benevolentes, fuerte entre los fuertes, el que da la prosperidad, el que da la soberanía, el que da la alegría y la felicidad.

Invocamos al Señor de las estrellas, al Ángel de la Luz, que es de Palabra verdadera, que tiene mil oídos y diez mil ojos, que tiene gran conocimiento y que siempre es fuerte y permanece alerta. El Orden Celestial penetra en todas las cosas puras y a El pertenecen las estrellas y los ángeles gloriosos se visten con Su Luz.  Grande es nuestro Padre Celestial y tiene gran Poder, Su entendimiento es infinito, El conoce el número de las estrellas y a todas las llama por su nombre.

Mirad lo altas que están las estrellas, mirad lo altas que están y sin embargo el Padre Celestial las sostiene en Sus palmas, así como nosotros sostenemos la arena en nuestras manos. El que no conoce la Ley Santa, es una estrella errante en las tinieblas de un cielo desconocido.

¿Crees tu que no hay sino una manera de mirar el firmamento?  Imaginad que las estrellas no fuesen sino lugares aislados en el cielo y que a través de ellas se revelara la gloria de los cielos en fragmentos de Luz resplandeciente; en la noche púrpura atravesada continuamente por estrellas, los espíritus de los Hijos de la Luz tendrán alas y se reunirán con los ángeles del Padre Celestial.

Entonces el Mar eterno reflejará la gloria luminosa de los cielos y las ramas del Árbol de la Vida alcanzarán las estrellas. Entonces el Reino de los cielos llenará toda la Tierra de gloria y las estrellas brillantes del Altísimo resplandecerán en los corazones de los Hijos de la Luz y el calor y la alegría llegarán hasta los Hijos de los Hombres. Extracto del libro los Rollos del Mar Muerto

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