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מארי

Y JESÚS DIJO: VEO UN HILO DE ORO QUE CORRE A TRAVÉS DE LOS DIEZ MANDAMIENTOS

Jesús habla con el rabí de la Sinagoga de Nazaret.

* El Rabí Barachia de la Sinagoga de Nazaret ayudaba a María en la enseñanza del hijo.

* Una mañana, terminado el servicio de la Sinagoga, el Rabí dijo a Jesús que estaba sentado en pensamiento silente: ¿Cuál es el más grande de los diez mandamientos? Y Jesús dijo: No veo que ninguno de los Diez Mandamientos sea más grande. Veo un hilo de oro que corre a través de los Diez Mandamientos, que los ata fuertemente y que hace de todos ello uno.

* Este hilo es el amor que pertenece a cada palabra de todos los Diez Mandamientos.

* Quien esta lleno de amor no puede hacer otra cosa que adorar a Dios, porque Dios es amor.

* Quien está lleno de amor no puede matar, no puede dar testimonio falso, no puede codiciar, no puede sino honrar a Dios y al hombre.

* Quien está lleno de amor no necesita comandos de ninguna clase.

* Y el Rabí Barachia dijo: tus palabras están sazonadas con la sal de la Sabiduría que viene de arriba. ¿Quién fue el maestro que te reveló esta verdad?

* Y Jesús dijo: No se qué maestro alguno me revele esta verdad. Me parece que la verdad no ha estado nunca oculta; que ella siempre ha estado visible, porque la verdad es una y es omnipresente.

* Si abrimos las ventanas de nuestras mentes, la verdad entrará en ellas y hará allí su hogar, porque la verdad encuentra su camino a través de cualquier puerta abierta.

* El Rabí dijo: ¿Qué mano hay suficientemente fuerte para abrir las ventanas y las puertas de la mente, a fin de permitir que la verdad entre?

* Y Jesús dijo: Me parece que el amor, el hilo de oro que ata los Diez Mandamientos en uno, es suficientemente fuerte para abrir cualquier puerta humana de modo que la verdad pueda entrar y producir la comprensión con el corazón.

* Ahora bien, en la velada Jesús y su madre estaban sentados solos, y Jesús dijo:

* El Rabí parece que piensa que Dios es parcial en su tratamiento de los hijos de los hombres; que los judíos son los únicos favoritos y más bendecidos entre todos los otros hombres.

* No veo cómo Dios puede tener favoritos, y ser justo.

* ¿No son los samaritanos, los griegos, los romanos tan hijos del Uno Santo como lo son los judíos?

* Pienso que los judíos han construido una muralla alrededor de ellos y que no ven nada al otro lado.

* No saben que las plantas también florecen allá; que las épocas de la siembra y de la cosecha pertenecen a nadie más que a los judíos.

* Seguramente sería bueno destruir esas barreras, de modo que los judíos puedan ver que Dios tiene otros hijos que son por igual grandemente bendecidos.

*  Quiero irme de Judea y encontrar a mis hermanos en otras tierras de mi Patria.

                                                        Levi. Dowling

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