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מארי

FILOSOFÍA DEL BIEN i DEL MAL

Los habitantes de Cafarnaúm dan la bienvenida a Jesús. Mateo da un banquete. Los fariseos censuran a Jesús por comer con pecadores. Les contesta que vino a salvar a los pecadores. Da lecciones respecto ayuno y a la filosofía del bien y del mal.


Pronto se regó por toda la comarca la noticia de que Jesús había regresado a su hogar, de modo que las gentes vinieron en masas a saludarle. Y Mateo, uno de los doce, hombre rico cuyo hogar estaba en Cafarnaúm, dio un banquete suntuoso al que fueron invitados Jesús, los maestros extranjeros, los doce y gentes de todo matiz de pensamiento.

Y cuando los fariseos observaron que Jesús se sentó y comió con publicanos y gentes de mala reputación, dijeron: ¡Qué vergüenza. Este hombre que dice ser hombre de Dios, comiendo con publícanos, cortesanas y con la plebe. ¡Qué vergüenza!

Cuando, Jesús conoció sus pensamientos, dijo: Los sanos no necesitan curarse, los puros no necesitan salvarse. Los sanos están bien; los puros están salvos. Los que aman la justicia y lo correcto no necesitan arrepentirse. NO vine para ellos. Vine para los pecadores.

Un grupo de discípulos de Juan que habían llegado a saber que Juan había muerto, estaban vestidos de luto. Ayunaban y oraban en sus corazones. Cuando los fariseos les observaron, vinieron a Jesús y le dijeron:

¿Por qué es que los discípulos de Juan ayunan y los tuyos no? Y Jesús dijo: ¡Admirable! Sois maestros de la ley y debéis saber. Tal vez queráis hacer partícipes de vuestros conocimientos a la concurrencia.

¿Qué beneficios se derivan del ayuno? Pero los fariseos se quedaron callados y no contestaron.

Entonces Jesús dijo: La fuerza vital de los hombres depende de lo que comen y de lo que beben. ¿Es el espíritu de vida más fuerte cuando la fuerza vital es débil? ¿Se alcanza la santidad por hambre impuesta por uno mismo?

Un glotón es pecador a los ojos de Dios, pero no es un santo el que se hace a sí mismo débil e incapaz de la tarea pesada de la vida rehusando usar los propios modos de fortaleza que Dios le ha dado.

Juan ha muerto y a sus adherentes ayunan por pesar. Su amor por él los impelió a mostrar respeto, porque piensan y así se les ha enseñado, que es pecado tratar sin solemnidad la memoria de los muertos. De allí que para ellos sea un pecado y que esté bien que, ajustando su conducta a su pensamiento, ayunen. Cuando el hombre desafía su conciencia y no escucha lo que le dice, su corazón se contrista, incapacitándole para el trabajo de la vida. Esto es pecado.

Pero podemos educar a nuestra conciencia. Un hombre puede hacer en conciencia lo que otro no puede hacer. Lo que es pecado para mí puede no serlo para los otros. El sitio que ocupan en el camino de la vida determina lo que es pecado.

Un hombre puede ayunar, y ser bendecido por su honda sinceridad. Otro hombre puede ayunar y, por la farsa de la tarea que se impone, ser maldito.

No se puede hacer una pauta que encarrile inflexiblemente a todo hombre. Si podéis hacer una pauta que os encarrile a vosotros mismos, ya habéis hecho bastante.

¿Por qué han de necesitar ayunar los que me siguen, o hacer cosa alguna que disminuya su fortaleza? La necesitan toda para el servicio de la raza. El día llegara en el que haréis conmigo lo que Herodes ha hecho con Juan. En ese día triste, mis hombres ayunarán. Los que tengan oídos para oír, que oigan, los que tengan corazón capaz de sensación, que comprendan.

                                      Levi. Dowling

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